jueves, 19 de junio de 2014

CIUDAD DE MÉXICO .- El ambystoma mexicanum, mejor conocido como ajolote — y que se encuentra en peligro de extinción— se ha convertido en pieza clave de la medicina regenerativa, debido a su gran capacidad de regenerar partes de su cuerpo y órganos como el corazón, la retina y el hígado. En el Laboratorio Nacional de Genómica para la Biodiversidad (Langebio) del Cinvestav, se ha iniciado un proyecto, encabezado por el investigador Luis Alfredo Cruz Ramírez, que permitiría que las personas que han perdido alguna de sus extremidades puedan recuperarla. En este análisis se buscan obtener los transcriptomas (que es secuenciación genética del RNA) del ajolote, para tener la información más básica y completa que se acerque a lo que es un genoma para empezar a trabajar con él. Si todo va bien, “calculamos tener los primeros resultados experimentales en un mediano plazo, en tres, cinco años”, dijo Cruz Ramírez, investigador titular docente del Cinvestav. Aunque, tomará decenas de años llegar a conclusiones específicas, para que, por ejemplo, se pueda después aplicar en medicina regenerativa, expresó en un recorrido por las instalaciones del Langebio, ubicadas en Irapuato, Guanajuato. “Empezamos a trabajar con el ajolote, porque es la especie de vertebrado con la mayor capacidad de regeneración en el planeta comparado con cualquier otro vertebrado”. Este anfibio es capaz de regenerar todas sus extremidades, sus patas, su cola, si se les amputa o sufre una herida. También puede regenerar partes del corazón, de la retina, del hígado, subraya el investigador. “Nosotros queremos saber cuáles son los mecanismos que están involucrados en estos procesos de regeneración, por qué los humanos perdimos esta capacidad y por qué los ambystomas mexicanum la mantienen”. Dijo que el proyecto iniciado hace ocho meses “va bien” y hay un avance de ensamblado de 100% de todos estos transcriptomas, de cada una de estas bibliotecas de genes. “Ahora es anotar bien esos genes, es decir armar la secuencia, saber qué tanto se están expresando, cuantas copias hay de cada gen por tejido, cual es más expresado en la patas, cuál está más expresado en el hígado, cuál está más expresado en el corazón”.

domingo, 8 de junio de 2014

Una nueva especie ilumina la evolución de las culebrillas ciegas en Europa

Una nueva especie ilumina la evolución de las culebrillas ciegas en Europa Un equipo de investigadores catalanes ha descrito el primer cráneo intacto de anfisbena, un grupo de reptiles conocido como culebrillas ciegas, fósil en Europa. A la nueva especie se le ha dado el nombre de Blanus mendezi en honor a Manel Méndez, quien descubrió el ejemplar procedente del yacimiento del vertedero de Can Mata, donde este animal vivió hace 11,6 millones de años. Las anfisbenas son un grupo de reptiles escamosos adaptados a vivir bajo tierra. A nivel evolutivo es un grupo poco conocido que, gracias al registro fósil y a los datos moleculares, se ha emparentado con los lacértidos (el grupo al que pertenecen los lagartos verdes y las lagartijas), de los que se habrían separado durante el Cretácico Superior, hace entre 100 y 65 millones de años. El único representante actual de este grupo en Europa es la culebrilla ciega que, a pesar de su nombre y la ausencia de patas, no es una serpiente. Las anfisbenas tienen los ojos atrofiados y un cráneo macizo, adaptados al hábitat subterráneo, y su aspecto externo puede recordar al de una lombriz. En el artículo publicado en la revista PLOS ONE, Arnau Bolet y otros investigadores del Institut Català de Paleontologia Miquel Crusafont (ICP), describen la nueva especie de anfisbena Blanus mendezi a partir de un cráneo excepcionalmente bien conservado encontrado en el vertedero de Can Mata, en Els Hostalets de Pierola (Anoia, Barcelona). El fósil, de poco más de un centímetro de longitud, fue encontrado por Manel Méndez, técnico del ICP, durante el lavado de unos sedimentos excavados en 2011 en esta zona que históricamente ha proporcionado fósiles excepcionales de distintos grupos de animales. Los investigadores han bautizado la nueva especie en su honor. Aunque los restos de anfisbenas son habituales en el registro fósil de Europa, hasta el hallazgo de este cráneo sólo se disponía de huesos aislados y a menudo fragmentarios que dificultaban su clasificación y su estudio taxonómico. En este trabajo, los investigadores han integrado datos paleontológicos, moleculares y biogeográficas para asignar este resto al género Blanus, que comprende casi todas las especies de anfisbenas que se encuentran en el continente europeo. Blanus mendezi, con una antigüedad aproximada de 11,6 millones de años, representa el registro más antiguo de blánidos del Mediterráneo occidental y los científicos sugieren que habría aparecido poco después de la separación que se observa actualmente entre especies de blánidos del Mediterráneo occidental y oriental. Modelo de alta resolución en tres dimensiones El estudio de este cráneo, que incluye la mandíbula derecha, se ha llevado a cabo a partir de imágenes obtenidas con un equipo de tomografía computarizada que ha permitido generar un modelo en 3D de la pieza, eliminando virtualmente toda la matriz rocosa que rodea el fósil. "El uso de estas técnicas sobre un espécimen extremadamente bien conservado como el que hemos encontrado es el que nos ha permitido hacer una descripción tan detallada de este antiguo miembro de la familia de los blánidos", comenta el investigador Arnau Bolet. Estas técnicas permiten obtener imágenes de alta resolución del interior y el exterior de un fósil sin dañarlo.

¿Por qué necesitamos los árboles?

Un viaje por España es un crucero por el desierto. Enormes extensiones cubiertas de matorrales y pequeñas plantas que cubren de manera rala un suelo de piedrecillas. En las sierras hay árboles, pero deja de haberlos en cuanto bajamos a las llanuras que se extienden sin ellos hasta el horizonte. Necesitamos árboles, en España, quince mil millones de árboles. Los árboles cumplen muchas misiones de las cuales disfrutamos los seres humanos, además de sus propias vidas que debemos desarrollar, mantener y cuidar por el mero hecho de ser seres vivos. Los árboles mantienen el suelo en su sitio. En las laderas desnudas, las lluvias torrenciales, que son las que estamos teniendo ya y vamos a seguir teniendo en España, arrastran un suelo sin adherencia significativa al subsuelo. Una ladera de colina llena de árboles consigue dos efectos contra la acción mecánica de la lluvia: Sus hojas frenan la velocidad de caída del agua, y con ello la fuerza de su impacto sobre el suelo, y las raíces aumentan la adherencia de la capa superficial del suelo al subsuelo. Un bosque va creando con los años suelo fértil. Los árboles retienen el agua en el suelo y permiten que se filtre hacia los acuíferos subterráneos. Cuando llueve, el agua, en vez escurrir ladera abajo, en vez de producir escorrentía brusca, se deposita en pequeños hoyuelos entre las raíces, y va permeando poco a poco hacia abajo hasta empapar el suelo y luego ir circulando hacia los acuíferos, protegida de la evaporación excesiva. Los árboles evaporan una pequeña parte del agua que recogen sus raíces. La evapotranspiración, que es como se llama el fenómeno, depende, en su volumen por unidad de tiempo, de la especie arbórea. En regiones de escasa precipitación se pueden elegir árboles que evaporan poca agua, al revés que en zonas como el norte de España o la zona mas lluviosa de la Península: La Sierra de Grazalema, en Cádiz, alrededor del pueblo que le da nombre y que el es punto donde más llueve en nuestro país, más aún que en Santiago de Compostela. Pero los árboles evaporan agua y esto es tremendamente importante. En varios de los posts de 'El Porque de las Cosas' he escrito sobre los sistemas no lineales: Son los sistemas de la realidad, los sistemas que casi no se estudian en las facultades de Físicas, concentradas éstas en los sistemas lineales y la mística de los multiversos y unas cuerdas inexistentes. Pues bien, los sistemas reales de la naturaleza son no lineales, del tipo "el rico se hace mas rico y el pobre cada vez mas pobre". La lluvia sobre la superficie de la Tierra es un fenómeno crítico: Se precisa que la atmósfera tenga más de una cierta concentración de vapor de agua, de cantidad de vapor de agua por centímetro o metro cúbico, para que el agua condense y precipite. Esta concentración se denomina humedad absoluta y la condensación se produce cuando la humedad absoluta supera un umbral crítico, cuando esa humedad absoluta dividida por una humedad umbral, cuyo valor depende de la temperatura, supera el 100%. El cociente anterior se denomina humedad relativa y como digo depende de la temperatura. La humedad umbral es muy grande cuando la temperatura es alta y muy pequeña cuando es baja. Si medimos la humedad mediante la presión que ejerce el vapor de agua en la atmósfera, a 2ºC esa presión es de 700 unidades internacionales (Pascales, o Pa), mientras que si la temperatura sube a 30ºC la presión es de 4247 Pa y 7385 Pa a 40ºC. Es esta diferencia en las presiones (cantidades de vapor de agua) de saturación del vapor la que nos hace sentirnos mojados en una región con mucha evaporación en verano (Murcia, por ejemplo) aunque no llueva, mientras que a la misma temperatura de 38ºC, por ejemplo, en Albacete, en el centro de La Mancha, donde no hay evaporación, nos sentimos secos. El lugar de la Tierra con la máxima concentración de vapor de agua en verano es el aire encima del desierto del Sahara, pero no llueve porque allí. la humedad relativa es muy baja (debido a las altas temperaturas del aire). En cambio en, digamos Asturias, la humedad absoluta no es muy alta en verano, pero llueve porque las temperaturas del aire son bajas. Pues bien, para que llueva normalmente se precisa un aumento de algunos gramos de vapor en el aire para conseguir que éste se sature, que la humedad relativa alcance el 100% correspondiente a su temperatura. Se da el caso con enorme frecuencia en España que aire cargado de humedad sobre el mar, o sobre un pantano, se desplaza hacia tierra y empieza a ascender y enfriarse. Pero no llueve, pues el vapor de agua estaba en equilibrio con saturación sobre el agua (aire fresco) pero baja del 100% al llegar a tierra pues el suelo caliente calienta el aire. Si las laderas están libres de árboles, el aire sube hasta la cima y vuelve al mar o pantano sin haber condensado. Pero si las laderas (o en las grandes llanuras, los campos) están llenos de árboles, el pequeño número de gramos que evaporan sus hojas es suficiente para alcanzar una humedad relativa del 100%, y producir la condensación y la lluvia. Tenemos un caso de realimentación positiva no lineal: El rico se hace mas rico. Los bosques, que necesitan agua, estimulan la precipitación que les permite crecer. Cuanto mayores son, más agua evaporan y más reciben de la lluvia. Puesto que lo que se necesita para alcanzar la saturación son uno o dos gramos de agua por metro cúbico, y el aire casi saturado lleva entre 30 y 40 gramos, el balance es positivo: El árbol evapora 2 gramos y el aire descarga 30: El árbol produce una cantidad positiva de agua sobre el suelo. En España la mentalidad subyacente deriva de los siglos de La Mesta. Una parte de la economía de España era la lana de las ovejas, y éstas necesitan hierba, que no crece bien en los bosques. Se talaron los árboles. Luego vinieron las minas, Rodalquilar en Almería, las de Huelva y Sevilla, Almaden, y otras muchas: Necesitaban madera para las galerías, para calentar el mineral, para las traviesas de los ferrocarriles. Se necesitaba madera, madera. Se talaron los bosques, y cada tala aumentó la sequía: El pobre se hacía cada vez mas pobre.